LOS CELOS LA SOMBRA QUE OSCURECE AL AMOR
Los celos, ese bicho que a veces nos agarra y nos pone la cabeza en remojo. Aunque en dosis moderadas pueden ser normales en una relación, cuando se van de mambo, se determinan en una que nos amarga la vida. hoy en REVISTA LA REALIDAD, vamos a hablar de los celos patológicos y te vamos a tirar unos consejos para controlar esos celos de cuarta.
Primero, vamos a encarar los celos patológicos, esos que se salen de la cazuela y nos dejan achanchados. Cuando los celos se vuelven una enfermedad, la persona que sufre vive en un mundo de desconfianza y sospechas constantes. Estos celos excesivos pueden arruinar relaciones, generar ansiedad y hasta llevar a la violencia. ¡Un quilombo en toda regla!

Ahora, ¿cómo hacemos pa’ controlar esos celos sin terminar en la lona? Ahí van unos consejos bien criollos:
- Primero, hay que mirarnos al espejo y hacernos cargo de nuestra desconfianza. Reconocer que tenemos un problema ya es un gran paso pa’ solucionarlo.
- Siga la regla de oro: confianza y comunicación. Hablar con nuestra pareja sobre nuestros sentimientos y preocupaciones puede ayudar a despejar la neblina de los celos.
- Aprender a controlar el pensamiento. Cuando esos celos te empiezan a carcomer, frená la bola y preguntate: “¿Qué evidencia tengo de que algo malo está pasando?”. A veces, el coco nos juega una mala pasada y no hay razón pa’ tanta sospecha.
- La terapia siempre es una opción ganadora. Si sentís que los celos te superan y no podés manejarlos por tu cuenta, no dudes en buscar ayuda profesional. Los psicólogos son como esos amigos que siempre tienen una palabra justa pa’ decirte.
Ahora, cerra la boca de sapo y prestá atención a esto: los celos no son una muestra de amor, sino una señal de inseguridad. No te la comas y aprendé a valorarte a vos mismo ya confiar en el otro.

¡Y ahí tenés! Ahora sabés un poco más sobre esos celos locos que nos pueden pegar. Recordá que lo más importante es el respeto y la confianza en una relación, así que cuidá el amor como si fuera un tesoro bien guardado.
Con eso te dejo, pibe. ¡Hasta la próxima y que no te agarren los celos!
