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Raúl Martorel y su Loca Obsesión por las Cúpulas Porteñas: ¿Qué Oculta su Última Búsqueda?

Raúl Martorel, el carismático coreógrafo muy conocido por su participación en el programa “El Run Run del Espectáculo,” dejó a todos boquiabiertos cuando Fernando Piaggio soltó la bomba: Martorel está completamente obsesionado con las cúpulas de Buenos Aires. Y no, no es una metáfora, tanto que su otro conductor Lio Pecoraro quedo atonito.

Según Piaggio, Martorel lleva meses buscando, cual detective en una novela policial, un edificio con cúpula para comprarla y vivir en ella. Sí, leíste bien. El tipo quiere una cúpula para él solito, para poder ver desde ahí toda la ciudad que ama profundamente, aunque su corazón pertenezca a Entre Ríos. ¿Quién lo hubiera dicho? El coreógrafo que conquistó la Avenida Corrientes con su talento, ahora se la pasa mirando al cielo… y esto si es literal.

La historia de esta fijación no es nueva. Lo fuimos a buscar y en exclusiva para Revista La Realidad, Martorel nos contó que su amor por las cúpulas viene desde que tenía 16 años, cuando llegó a Buenos Aires y empezó a trabajar en el mítico Maipo. “Vivía en un lugar muy chiquito,” confesó, “y me llevó tiempo y sudor poder hacerme un lugar en esta ciudad.” Desde entonces, esas estructuras imponentes que coronan algunos de los edificios más emblemáticos de Buenos Aires se convirtieron en su sueño dorado. “Es como estar más cerca del cielo, pero sin irse de Buenos Aires,” agregó con una sonrisa nostálgica.

Pero, ¿qué tienen estas cúpulas que vuelve loco a Raúl? Bueno, Buenos Aires tiene más de 300 cúpulas, y cada una es una pieza única de la historia arquitectónica de la ciudad. Desde las cúpulas del Congreso de la Nación, pasando por las gemelas rojizas del Edificio La Inmobiliaria en Avenida de Mayo, hasta la enigmática cúpula del Palacio Barolo, que mezcla misticismo y arquitectura en una sola estructura. Y si seguimos recorriendo, nos encontramos con la cúpula coronada por la diosa Palas Atenea en el exedificio del diario La Prensa, y la cúpula de vidrio en Rivadavia y Ayacucho, que homenajea a Gaudí.

Al parecer, Raúl quiere formar parte de esa historia y dejar su propia marca en la ciudad que lo adoptó. “Es mi manera de conectarme con Buenos Aires, de vivir su historia desde lo más alto, literalmente,” nos dijo, revelando esa mezcla de pasión y locura que solo alguien profundamente enamorado de la ciudad puede tener.

Así que, si ves a Raúl Martorel mirando hacia el cielo en las calles porteñas, ya sabés por qué. No está soñando con su próxima gran coreografia, sino con la cúpula que le permitirá ver la Buenos Aires que tanto adora desde una nueva perspectiva. Y quién sabe, quizás pronto lo veamos viviendo en lo alto de uno de esos icónicos edificios, contemplando la ciudad que lo atrapó desde el primer momento. ¡Cosas veredes, amigo!

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