GeneralLa Manada

Murió La Tota Santillán: el conductor que hizo bailar a un país y batalló contra sus demonios

Se nos fue la Tota. Daniel “La Tota” Santillán, una figura clave en la cumbia y la movida tropical, fue hallado sin vida en su casa de Ituzaingó, a los 57 años. La noticia la confirmó su abogado, Juan Pablo Merlo, dejando a todos shockeados en una madrugada que nadie esperaba. “Lo encontraron muerto en su casa”, dijo el letrado, mientras el dolor se apoderaba de quienes lo conocieron tanto en los escenarios como en la vida. La Revista La Realidad fue el primer Medio en llegar al lugar y nuestro Cronista Picus Hernán pudo averiguar de buena fuente que murió electrocutado.

La Tota no fue solo un conductor más. A lo largo de los años, supo ganarse un lugar entre las figuras más queridas del ambiente tropical. Su carisma, sus anécdotas con Rodrigo, y su inconfundible estilo en programas como Pasión de Sábado lo convirtieron en un referente. Pero como a muchos, la fama también le pasó factura. Lidiando con problemas de salud mental y una vida llena de altibajos, Santillán enfrentó sus demonios en silencio.

Lo que más duele es pensar en esos últimos años. A pesar de haber alcanzado lo más alto, las cosas no fueron fáciles para la Tota. Entre el desempleo y un diagnóstico de depresión y bipolaridad, vivió sus días más oscuros. Recordemos cuando en 2022, tras un cuadro depresivo, fue hospitalizado. Su hija Daniela lo había encontrado en una crisis emocional que dejó ver la fragilidad detrás del personaje. Una mezcla de alcohol, pastillas psiquiátricas y la constante lucha por salir adelante marcaron su vida, que aunque parecía llena de éxitos, estaba colmada de desafíos personales.

Muchos lo recordarán como el amigo cercano de Rodrigo Bueno, con quien compartió incontables historias. Fue esa amistad lo que lo catapultó al éxito, pero también fue la fama lo que le trajo esos miedos a quedarse sin laburo, esa ansiedad que lo llevó a trabajar sin descanso y descuidar su vida familiar.

En el barrio, los vecinos todavía se acuerdan de sus comienzos vendiendo garrapiñadas y escobas en la calle, siempre remándola. Y cuando se convirtió en la Tota, todos lo celebramos como un pibe que había llegado lejos. Pero detrás de la figura pública, había un hombre que, como muchos, luchaba por encontrar la paz.

Hoy lo despedimos con tristeza, pero también con cariño, sabiendo que su legado en la música tropical y la televisión va a seguir vivo. ¡Chau, Tota!

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