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“¿Rugir o llorar? Colapinto les ganó la pulseada y en Francia están que trinan”

A los franceses les cayó como mate frío el anuncio de que Franco Colapinto, nuestro piloto estrella, se une a la escudería Alpine como piloto de reserva. Mientras en Argentina destapamos un buen Malbec para celebrar, el periódico L’Équipe lanzó munición pesada contra esta decisión. ¡Y cómo les dolió, che!

Después de dejar Williams tras una temporada emocionante en la Fórmula 1, Colapinto encontró su nueva casa en Alpine, con un contrato multianual que promete llevarlo a la grilla titular. Pero parece que la noticia no fue bien recibida en tierras francesas. Según el periodista Frédéric Ferret, Alpine está mostrando una “gestión incomprensible”. ¿Incomprensible? ¿Para quién? Porque para nosotros, que sabemos lo que es apostar a un crack, esto tiene todo el sentido del mundo.

Ferret, con un tono que más parece de despecho que de análisis, acusó a los directivos de Alpine de “falta de escrúpulos”. También mencionó que Franco corre con ventaja gracias a sus patrocinadores, que aportan unos 22 millones de dólares. ¡Y ahí está la envidia, señores! Porque si hay algo que sabemos hacer los argentinos, además de asados y goles en el último minuto, es aprovechar las oportunidades cuando se presentan.

Esta crítica viene acompañada de una pizca de reconocimiento a la habilidad de Colapinto al volante, aunque no pudieron evitar recordarle dos accidentes. Pero, como diría el Diego, “la pelota no se mancha”. Franco no está donde está por un capricho; está porque tiene talento, coraje y porque es argentino, papá.

La incorporación de Colapinto sigue el legado de otros compatriotas que dejaron su marca en la Fórmula 1. ¿Se acuerdan de cuando Reutemann desafió a los poderosos? O el mismísimo Fangio, que no necesitaba presentación ni sponsors porque lo suyo era puro talento.

L’Équipe teme que Franco apunte rápidamente al asiento titular de Jack Doohan, pero eso, muchachos, es el deporte. La competencia es feroz y el talento manda. Si a los franceses les cuesta aceptar esto, no es nuestro problema.

Mientras ellos lloran en sus baguettes, acá levantamos la copa y te bancamos, Franco. Como diría Dolina, “el mundo se divide entre los que creen que los sueños son imposibles y los que están dispuestos a pelear por ellos”. Vos, Franco, sos de los nuestros.

Así que a los franceses, que sigan hablando. Nosotros, mientras tanto, seguimos apoyando a un pibe que lleva la bandera argentina al mundo. ¡Allez, Franco, carajo!

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