Claudio Levrino: El galán eterno que conquistó corazones y dejó una huella imborrable
Hoy, 20 de enero de 2025, se cumplen 45 años de la trágica muerte de Claudio Levrino, un actor que con su carisma y talento logró inmortalizarse en la memoria colectiva argentina. Este chaqueño, nacido el 6 de enero de 1945 cerca del puerto de Barranqueras, en la pujante Resistencia, se convirtió en uno de los galanes más queridos de la época dorada del cine, el teatro y la televisión nacional. Su vida, tan brillante como breve, es un testimonio de pasión y entrega artística.
Desde joven, Claudio tuvo claro que quería ser actor, inspirado por figuras como Marlon Brando, quien lo había deslumbrado de niño en Viva Zapata!. Antes de cumplir su sueño, trabajó como vendedor de papas, cadete en una farmacia y hasta panadero. Pero el destino lo llevó al Conservatorio Nacional, donde compartió escena con grandes como Óscar Ferrigno y Eduardo “Tato” Pavlovsky.
Su gran salto se dio en 1965 con un pequeño papel en Alta Comedia, pero el reconocimiento masivo llegó en los ’70 con La rebelde de los Anchorena y, finalmente, con Un mundo de 20 asientos en 1978. En esta telenovela inolvidable, Claudio le prestó su mirada azul y su carácter de buen tipo a Juan Reggi, un colectivero de la línea 60 que vivía un romance con Victoria, interpretada por Gabriela Gili. El tema principal, Para vivir un gran amor de Cacho Castaña, terminó de consolidar esta historia en el corazón del público.

El popular coreógrafo Raúl Martorel recordó a Claudio con cariño: “Tengo el recuerdo de Claudio Levrino siempre vivo en Un mundo de 20 asientos y verlo caminando entrando a su camarín en Canal 9, simple y amable. Muchas veces hablamos. Tenía una presencia increíble, con esos ojos azules que traspasaban y una cara aniñada, dueño de una belleza diferente a todos los galanes de ese momento. Él llevaba su ángel por dentro, con un aura que no dejabas de mirar. Emanaba una energía tan profunda que las mujeres y los hombres de la época no dejaban de mirarlo. Por eso fue un éxito de gran actor y, repito, dueño de eso que dicen: tiene ángel”. Cabe destacar que esta novela fue una obra de la autora Delia González Márquez, bajo la producción y dirección de Diana Álvarez.
También fuimos a buscar al empresario de medios y actual dirigente político Alejandro Nizzero, conocido en su época artística como Alejandro Anderson, quien componía muchos de los temas musicales de las novelas argentinas. Con un dejo de nostalgia, Alejandro recordó a su amigo: “Claudio siempre estaba de buen humor y haciendo chistes, siempre tenía el chiste oportuno. Tantas veces nos habremos sentado a tomarnos algo en el barcito que estaba cerca del canal”. Cerró con un recorrido de lágrimas en sus ojos al recordar: “Ya pasaron tantos años de esta ausencia, pero parece que fue ayer”.
“Las armas las carga el diablo”, le dijo alguna vez su amiga Gabriela Gili. Una frase que, lamentablemente, resultó ser premonitoria. En una trágica madrugada del 18 de enero de 1980, la vida de Claudio se apagó en un accidente con un arma de fuego. Tenía solo 35 años y estaba en la cima de su carrera.
Su muerte conmocionó al país. Miles de personas asistieron a su velatorio en la Avenida Córdoba y lo despidieron en una multitudinaria caravana que incluyó cuatro colectivos de la línea 60, un homenaje simbólico al personaje que lo hizo eterno.

Como dijo alguna vez Roberto Arlt: “El arte de emocionar es el arte de perdurar”. Claudio Levrino no solo emocionó; se ganó un lugar imborrable en la memoria colectiva. Su legado vive en cada sonrisa nostálgica que provoca el recuerdo de sus personajes y en el amor del público que nunca lo olvidó.
Hoy lo recordamos con el corazón lleno de gratitud, porque, como diría Cacho Castaña, “Para vivir un gran amor, hace falta mucho más que amor”. Claudio Levrino fue mucho más: un actor, un galán y, sobre todo, un gran ser humano que sigue vivo en nuestra memoria.